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Traducido por José M. Hernández Lagunes
Pete Alonso nunca quiso estar aquí. La pasada temporada invernal anhelaba conseguir un contrato multimillonario que cubriera el resto de su carrera, pero no lo logró. En cambio, tras una larga negociación con los Mets, firmó un contrato a corto plazo que le permitía volver a la agencia libre después de solo un año. Decir que apostó por sí mismo al firmar ese contrato sería un tanto exagerado. Más bien, apostó por sí mismo durante los cinco años previos a su agencia libre, al no firmar una extensión relativamente lucrativa (aunque no astronómica), y perdió esa apuesta. Sin embargo, sin duda se aseguró una segunda oportunidad para amasar una fortuna multigeneracional.
Ahora tendrá esa oportunidad, aunque quizás no logre esa fortuna ni siquiera después de su regreso. Tiene un año más, y sigue siendo un primera base diestro con habilidades defensivas limitadas, y la amenaza de un cierre patronal que aniquile la temporada invernal de 2026-27 y acorte la propia temporada de 2027 está muy presente en la mente de todas las directivas. Muchos factores siguen jugando en su contra, pero merece reconocimiento por su resurgimiento, incluso excelente, en 2025. Después de haber bateado .229/.324/.480 durante 2023-24, volvió a la élite de los toleteros en 2025. Su línea ofensiva fue de .272/.347/.524, pero igual de importante es que se trató de una mejora merecida, fruto de cambios en su técnica con el madero, y no solo de un golpe de suerte puntual.
Según DRC+, Alonso nunca ha estado mejor que este año, ni siquiera en su temporada debut de 2019, en la que conectó 53 cuadrangulares y rompió récords. Sus 38 cuadrangulares fueron solo la cuarta mejor marca de su carrera, pero, como sabemos, se produjeron en una temporada en la que la pelota jugó algo muerta. Lideró la Liga Nacional en dobles, con un récord personal de 41. También redujo ligeramente, pero de forma crucial, su porcentaje de ponches. Por otro lado, su porcentaje de bases por bolas disminuyó. Cambió algo de paciencia por mayor agresividad en el plato. Es una concesión comprensible (y a menudo innegociable) para un bateador que se acerca a los treinta, pero no suele verse tan bien como lo hizo para el Oso Polar en 2025. ¿Cómo logró tanto éxito con esto?
Primero, hablemos de su swing. Fue ligeramente más lento en 2025, pero eso se compensó con creces gracias a un movimiento más corto al inicio del swing. En efecto, se convirtió en un bateador más peligroso por su velocidad de bateo, ya que se sintió cómodo conectando la pelota más abajo en su cuerpo y generando mayor inclinación en su swing. La inclinación del swing aumentó de 31° en la segunda mitad de 2023 y 32° en 2024 a 34° esta temporada, incluso cuando comenzó a abanicar con mayor frecuencia a lanzamientos altos (donde la trayectoria típica del swing es más plana) y con menor frecuencia a lanzamientos bajos. Aquí se muestra su porcentaje de abanicadas según la ubicación del lanzamiento para 2023 y 2024 (izquierda) y 2025 (derecha).

Si al abanicar a lanzamientos más altos, el swing se inclina más hacia abajo, significa que ha habido un cambio real en el plano de swing previsto. Esto ayudó a Alonso a conectar más líneas que antes, lo que se tradujo en dobles adicionales y un BABIP de .305, el mejor de su carrera. Este cambio de enfoque podría haberlo dejado vulnerable a más ponches, pero al permitir que su punto de contacto promedio se desplazara unos cinco centímetros más hacia abajo (y aproximadamente 4.5 pulgadas [11 centímetros], en comparación con 2023), compensó ese riesgo. No se adelantaba de esa manera letal que suele llevar a cuadrangulares largos con tanta frecuencia como antes, pero tampoco se adelantaba de esa manera vacía que suele llevar a ponches. Tampoco le ganaban las rectas altas, a pesar del aumento en la elevación de su swing. Conectaba a tiempo con la mayor frecuencia de su carrera.
Alonso registró la mejor velocidad de salida promedio, la mejor velocidad de salida en el percentil 90 y el mejor porcentaje de batazos fuertes de su carrera, todo ello mientras reducía su porcentaje de ponches. Esto es excepcionalmente difícil de lograr. Por eso, a pesar de registrar el peor SEAGER de su carrera y una menor tasa de bases por bolas (que el modelo DRC consideró totalmente merecida), dio un gran paso adelante en la contribución estimada por el modelo. Lo que podría interpretarse, con cierta malicia, como un golpe de suerte o un ajuste insostenible, al analizar los datos en profundidad, se revela como un impresionante cambio de estrategia por parte de un bateador que aprendió a ser más completo relativamente tarde en su carrera.
Gracias a Statcast, podemos visualizar dónde se produjo el cambio clave para Alonso. Aquí se muestra una comparación visual compuesta de su swing de 2024 (izquierda) y 2025 (derecha), pero solo la parte inicial del swing, desde que el bate comienza a moverse hasta que alcanza un ángulo de ataque de 0° y empieza a ascender hacia la pelota.
Observa cómo mantiene las manos más pegadas al cuerpo durante ese movimiento inicial, donde el madero cae y gira bruscamente desde detrás de su cuerpo hacia la zona de strike. Ese movimiento inicial, aunque más pequeño, tiene repercusiones en el resto del swing. En 2025, mantuvo mejor el hombro delantero pegado al cuerpo, acortando el brazo delantero y reduciendo el tirón que, en el pasado, alargaba su swing y hacía que el brazo trasero se alejara más y antes de su cuerpo. Sea cual sea la causa y el efecto, este cambio en la mecánica y la mayor inclinación de su swing se explican mutuamente. Lo mismo ocurre con una mejor cobertura de la parte exterior del plato, a pesar de centrarse en acortar el swing, lo que a veces impide al bateador hacer un contacto sólido con la bola que sale del plato.
Este cambio en el movimiento físico es tan sutil que podría ser difícil de mantener, o incluso difícil de recordar para los músculos de Alonso cuando llegue a los entrenamientos de primavera de 2026, y mucho menos al final de, digamos, un contrato de cinco años. También se requiere una gran velocidad de bateo para generar poder, y si bien Alonso la posee ahora, es poco probable que la mantenga en el mismo grado dentro de tres años. El hecho de que podamos observar y medir estos aspectos le brinda una mayor probabilidad de lograrlo y, por lo tanto, de mantener sus ajustes durante más tiempo del que un bateador promedio de su edad lo habría hecho incluso hace una década. Aun así, es muy probable que los equipos le muestren casi tanto escepticismo este invierno como el año pasado.
Pero si esto sucede, se presenta una oportunidad. Alonso tiene una buena personalidad; posee un buen equilibrio entre inteligencia y ambición. Quizás haya llegado un poco tarde a un ajuste que podría cambiar su carrera, pero este es un ajuste real. Por eso el DRC+ puede detectar su mejora, y no solo el OPS+ o el wRC+. Si un equipo ficha a Alonso—quien, según DRC+, rindió al nivel de Cal Raleigh este año, e incluso superó a Kyle Tucker o Vladimir Guerrero Jr.—con un contrato similar a los que se les ofrecieron a Matt Olson y Freddie Freeman, podría obtener una enorme ganga. No es ninguna joya oculta; es uno de los jugadores más famosos del béisbol. Sin embargo, en este preciso momento, quizá también sea uno de los más subestimados.
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