Image credit: © Bill Streicher-Imagn Images
Traducido por Fernando Battaglini
Dedico gran parte de mi tiempo libre a reflexionar sobre cómo las palabras son lo más cercano que podemos estar a expresar un pensamiento directamente. Podemos saber muchas cosas intuitivamente, sobre todo cuando un contexto determinado ayuda a que cobren sentido. Así como ver a Trey Yesavage en la postemporada dejó claro que está destinado a la grandeza, ciertos entornos y situaciones comunican algo quizás más difícil de expresar con palabras. Pero hay un límite a la cantidad de muelles en los que uno puede sentarse en plena noche a mediados de junio; un límite a la cantidad de rocas en medio de Dakota del Sur que se pueden escalar para ilustrar el paso del tiempo. Y, francamente, cuando llegamos a esas cosas, son difíciles de transportar. No sé ustedes, pero mi patio trasero no tiene suficiente espacio para ninguna de las dos, y parece que obtener un permiso para vehículos anchos en la autopista es un engorro. Lo único que puedo hacer es hablarles de ellas y esperar que tengan sentido y se entiendan.
Y así sucede cuando se trata de usar las estadísticas para su propósito original: expresar y explicar aspectos del béisbol que tal vez no sean evidentes a primera vista. Las nuevas estadísticas pueden ser como adquirir un nuevo idioma que nos acerca a comprender mejor elementos del juego de un jugador, o al menos a expresar algo que antes no podíamos articular con claridad.
Nuestras calificaciones de arsenal, que detallan la efectividad de los lanzamientos de un lanzador en conjunto, ahora están disponibles en las tablas de clasificación y las fichas de jugadores. Stephen Sutton-Brown explicó brevemente cómo utilizarlas durante el fin de semana, centrándose en Ránger Suárez. Entre su repertorio de lanzamientos—tiene al menos seis—y la forma en que los combina, ha desconcertado tanto a aficionados como a comentaristas durante un tiempo. Nunca ha lanzado a más de 96.1 mph. La última vez que lo hizo fue en 2021. Su recta promedio nunca ha superado las 93.8 mph, también en 2021. El año pasado, alcanzó las 91.2 mph, la velocidad más baja de su carrera. Con un WARP de cuatro, tuvo su mejor temporada.
Por eso ha logrado que la gente diga cosas como “no abruma a los bateadores, pero sabe lanzar de maravilla”. Esas palabras nunca son muy útiles. Incluso al intentar decir que es mejor de lo que uno podría esperar a primera vista, en parte gracias a una ejecución poco convencional, implican que saber lanzar no resulta abrumador para los bateadores. Saber, en cambio, que se ubicó entre los mejores de la liga en cuanto a velocidad y dispersión de movimientos, y que tuvo una de las probabilidades de lanzamiento más bajas, es una mejor manera de hablar de este lanzador zurdo de sangre fría
Las marcas en forma de pares de túnel que se ven en las tablas de clasificación y las páginas de los jugadores indican los lanzamientos con los que los bateadores tienen más probabilidades de confundir un lanzamiento en particular. De los seis lanzamientos que realiza Suárez, cuatro—su recta de cuatro costuras, cutter, cambio y sweeper—se interpretan con mayor frecuencia como su sinker. Solo su curva se percibe como algo potencialmente distinto, y se trata de su cambio. Cuando un lanzador “establece la recta”, se suele hablar de preparar sus otros lanzamientos. Tiene sentido. Sabemos que una mala recta dificulta el juego de los buenos lanzamientos quebrados. Pero en este caso, establecer la recta no se trata de intimidar al bateador, sino de crear confusión y desconcertarlo por completo.
En cuanto a la probabilidad de lanzamiento, o la facilidad con la que un bateador puede descifrar el lanzamiento que viene, esta es una de las dos categorías en las que podemos dividir a los lanzadores con un amplio repertorio. Otros, como Suárez, cuyos lanzamientos suelen confundirse frecuentemente con un solo tipo de lanzamiento, son Logan Gilbert (slider), Spencer Schwellenbach (recta de cuatro costuras), Zack Littell (splitter), Matthew Liberatore (recta de cuatro costuras) y Bailey Ober (recta de cuatro costuras). En el caso de Schwellenbach, en particular, resulta fascinante. Su recta de cuatro costuras es su lanzamiento con mayor zona muerta. Se supone que esto facilita el contacto con el bate. Pero si muchos de sus otros lanzamientos parecen tener esa misma apariencia, para luego desviarse y terminar en zonas donde a los bateadores les cuesta conectar bien, esto explica en gran medida los swings extraños que recibe.
La otra categoría en la que se encuentran algunos de los lanzadores menos predecibles es la de tener varios lanzamientos que se confunden con otros, distribuidos uniformemente a lo largo de su repertorio. Pienso en estos jugadores como en el círculo cromático. Si no recuerdan sus clases de arte de la escuela secundaria, cada color tiene un color complementario: rojo y verde, amarillo y morado, naranja y azul. Ser capaces de usar lanzamientos en pares complementarios similares les permite acceder a todo el espectro cromático. Los jugadores que encajan en esta descripción son Sandy Alcantara, Garrett Crochet, Kodai Senga, Michael Lorenzen, Clay Holmes, Zach Eflin, Nick Martinez y Merrill Kelly. No es necesariamente preciso ni útil establecer una explicación para ninguno de los dos grupos, aunque la variedad en el segundo grupo también podría ofrecer algunas pistas. Si un lanzamiento no funciona en una salida determinada, entonces los miembros del grupo ven reducido su repertorio en dos.
Los parámetros de referencia típicos exigen que un lanzador utilice un lanzamiento específico aproximadamente el 8% de las veces, para que se considere parte habitual de su repertorio. Las calificaciones del Arsenal nos ayudan a determinar cuándo es razonable ser flexibles con esta regla. Además de ser más sorprendente, un lanzamiento de muestra tiene mayor impacto cuando puede confundirse con otro. Un lanzamiento erróneo, ya sea por su movimiento o ubicación, se convierte en una opción más que podría interpretarse erróneamente como otra cosa.
Un grupo como este ofrece muchas maneras diferentes de llegar al mismo resultado. Ocho de los 15 mejores registraron marcas en StuffPro y PitchPro inferiores al promedio. (Esto no incluye a Luis L. Ortiz, asumiendo que no lanzará en las Grandes Ligas por un tiempo o nunca más debido a su participación en apuestas deportivas, aunque da una idea de por qué fue un lanzador tan prometedor durante tantos años, incluso si nunca llegó a alcanzar su máximo potencial). En general, los lanzadores de este tipo lograron sacar ventaja de sus lanzamientos. Una tabla de clasificación irregular puede ser entretenida, pero a menudo se debe a que no tiene sentido; lo único que mantiene unidos a los jugadores es un conjunto de parámetros poco claros o un criterio de clasificación menos estricto.
Incluso, decir que un lanzador tiene un buen repertorio ofrece ahora un lenguaje nuevo y más preciso, si así lo deseamos. Normalmente, esta frase implica algo vago, centrándose en cómo dos lanzamientos en particular se complementan bien, o en cómo un lanzador puede ofrecer una variedad de estilos diferentes. Sin embargo, no se trata solo de un conjunto de buenos ingredientes. Es un plato que se ha ido cocinando y reduciendo a fuego lento.
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